La provisión oportuna de Dios en la Biblia
En tanto pensamos en la provisión de Dios viene a nuestra mente cosas, personas, situaciones, vivencias que sabemos que de la mano del Señor hemos recibido. Como creyentes entendemos que todo lo que poseemos viene de Él. Se nos hace sencillo enumerar su provisión la cual nos lleva a responder en gratitud.
Experimentamos también tiempos donde vivimos circunstancias particulares que nos llevan en carne propia a ver nuestra debilidad, aflicción, quebranto, quizás temor o injusticia, pérdida, enfermedad, tantas situaciones que podríamos mencionar; todas como consecuencia del mundo caído donde somos peregrinos. Recibimos noticias inesperadas, nos vemos atravesando valles que si dependiera de nosotros evadiríamos y tampoco quisiéramos que personas que amamos tuvieran que atravesarlos.
Es indispensable estar de tal manera cimentados en nuestra fe, entendidos en que los tiempos difíciles, las noticias inesperadas llegan tocando la puerta de nuestros corazones, para que podamos con manos abiertas recibir lo que Dios tiene dispuesto en Su voluntad para nuestro caminar en la fe.
Enfrentar este tiempo no es fácil, pero que anhelemos responder en dependencia, rendición de nuestro Dios que es compasivo y bueno. Que en nuestra fragilidad y debilidad recordemos que el Señor jamás va a dejarnos en tiempo difícil solos, desamparados. Él conoce lo más profundo de nuestro sentir, nuestras emociones y pensamientos. Es por esta razón que Su mano de provisión oportuna se extiende a nosotros y permitirá que experimentemos bendiciones espirituales.
Su Palabra sea en este tiempo para nosotros el depósito guardado en nuestra mente y corazón para sostenernos y resguardarnos.
Que podamos experimentar el refugio y escondite más tierno y seguro que oportunamente el Señor nos ofrece: Su misma presencia.
¿Qué situación, enfermedad o aflicción consideras que de no estar sucediendo todo sería más sencillo? Tengo mi propia respuesta a esta pregunta. Te animo a juntos ir al Salmo 23 leerlo, escudriñarlo y memorizarlo, para que nos recuerde que toda situación a la que nos pudiéramos enfrentar Él Señor es nuestro pastor, nos cuida y va con nosotros (dentro de nosotros) Es nuestra provisión oportuna. Cumple su promesa de guardar de nuestra alma, de protegernos y ya ha suplido nuestra mayor necesidad, la más profunda: Él mismo. Su Palabra está disponible para transformar nuestra mente y manera de vivir, nos permite conocerle más y nos fortalece en lo íntimo de nuestro ser. Esto es lo que lo hace una provisión oportuna, aquilata nuestros temores más reales convirtiéndolos en certidumbre de Su presencia permitiéndonos esperar con esperanza en su poder, autoridad, soberanía y amor eterno.
Vengamos delante del trono de Su gracia confiando (Hebreos 4:16), tal y como nos ha enseñado, Él está dispuesto a caminar con nosotros, nuestra aflicción no le es ajena. Nos permitirá experimentar gracia y misericordia oportuna para cada día. Un día a la vez, un paso a la vez permanezcamos, perseveremos, vengamos con Él y digámosle cómo nos sentimos porque somos aceptados, bien recibidos. Nos ve y nos escucha. Tenemos un Dios compasivo y nuestras lágrimas no son desestimadas, confiemos, entreguemos nuestra carga, derramemos nuestro corazón al Señor que obrará Su perfecta voluntad. Que en este tiempo nuestros pasos quieran alinearse a Su verdad, busquémosle íntimamente, que experimentemos el gozo, paz y madurez espiritual que en tiempos de aflicción oportunamente podemos experimentar.
¡Recordemos a nuestra alma que no hay despropósitos en lo que viene a nuestra vida, todo, todo sea oportunidad de rendición y santificación. Alabemos al Señor en tiempo de dificultad y pidámosle ayuda para confiar y depender de Él porque sabemos que está con nosotros, acerquémonos a Su Palabra como la provisión oportuna para que seamos transformados en medio de las situaciones adversas, que en nuestro quebranto podamos ser guiados, fortalecidos, enraizados en Su eterno e inagotable amor fuente de misericordia constante y oportuna!
Espero en el Señor, en Él espera mi alma, Y en Su Palabra tengo mi esperanza.
Salmo 130:5
Escrito por: María Renée Pappa de Cattousse