¿Por qué a mi?
Nada de lo que pueda decir o escribir puede darte lo que deseas hoy, porque probablemente eso, por lo que lágrimas se deslizan en tu rostro, es algo que no hay manera de recuperarlo o pareciera un camino poco agradable de recorrer.
Por eso, la intención de esto es decirte que tu dolor es visto, tus lágrimas no son en vano y el vacío que experimenta tu corazón existe. Nada de lo que sientes hoy debería de existir, no fuimos creados para dolor sentir. Así que, lo lamento, que estés experimentando esto hoy, que no entiendas qué pasa y que tu mente se encuentre llena de confusión.
La aflicción que este mundo muchas veces nos puede hacer sentir es abismalmente diferente a lo que nuestros corazones anhelan profundamente. Originalmente nunca íbamos a morir, la salud sería perpetua, las discusiones serían inexistentes, nuestros cuerpos no se deterioraban y nuestras almas todo el día cantaban.
El pecado entró al mundo, el dolor entró al mundo, el sufrimiento entró al mundo y nada volvió a ser igual. No te desesperes si sientes que la vida se volvió gris o incluso negra, es normal que eso puedas sentir, porque tu corazón anhela lo que Dios diseñó para ti.
No te apures, no corras, llora. Las lágrimas no son solo gotas saladas que nuestro cuerpo expulsa, son gotas que sanan, que limpian, que expresan. La gente fuerte llora, porque la gente fuerte reconoce que no puede, que le duele, que no sabe qué hacer. Llora.
No te puedo prometer que todo va a pasar, no te puedo prometer que pronto sano estarás, y mucho menos que esa persona que amas volverá. Pero sí puedo prometerte lo que un día me prometieron a mí, no una persona cualquiera con palabras vacías de cómo se debía ver mi luto, sino el Dios que atravesó su propio luto, de su propia muerte y con sus palabras firmes me confirmó una promesa.
Mi vida con Él será perfecta, no tendrá dolor, ni sufrimiento, ni incertidumbre, ni dudas, ni angustias, ni frustraciones, ni enfermedad. Mi vida con Él será todo lo que un día deseó para nosotros y más. Tu vida está segura en Él, tus lágrimas las conoce y no las apresura, tu dolor lo va a sanar eso está asegurado y pronto con Él estarás.
Mientras esperamos, en este momento, siéntete triste, es lo que toca hoy, Jesús lloró también. Por eso, descansa en que puedes hacerlo y está bien. Tus lagrimas son vistas y tu corazón roto es amado.
Escrito por: Mirna Espinoza